Notas

De la fundación Alfredo Casero a la monarquía absolutista

By 11 octubre, 2020

Esta semana empezó con una grave denuncia de Pepe Nun, ex secretario de Cultura de Néstor Kirchner y actual paciente ambulatorio de la Fundación Alfredo Casero, quien sostuvo que en nuestro país “ya no existe separación entre los diferentes poderes del Estado” y CFK es “una presidenta de facto”.

Unos días más tarde, inspirado tal vez por el ahínco de Nun, el Dr. Alejandro Fargosi, lobista de las telefónicas y operador de Juntos por el Cambio, afirmó que el gobierno es en realidad “una monarquía absoluta”- ni siquiera parlamentaria- y que la soberana es por supuesto la actual vicepresidenta.

La vara ha quedado muy alta pero no descartamos que en unos días Jorge Fernández Díaz o Santiago Kovadloff comparen a la monarca absoluta con Bokassa I, el Petiso Orejudo o Thanos, el villano de los Avengers. El antikirchnerismo psiquiátrico es una secta muy exigente que incentiva la creatividad de sus fanáticos. El éxito se premia con generosa presencia mediática mientras que el fracaso implica un doloroso destierro de los sets de televisión. Un sistema duro pero eficaz.

Hace unos días, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires votó en primera instancia la venta de los terrenos públicos de Costa Salguero para la construcción de torres de viviendas de lujo. Horacio Rodríguez Larreta, el Martillero de lo Público, sigue entregando tierras de la ciudad a los desarrolladores, una política contraria a las que llevan adelante las grandes ciudades de esos países que según el mismo Larreta deberíamos imitar. Al parecer, los debemos imitar salvo en lo que respecta a las fuertes regulaciones estatales, la presión fiscal desmesurada, el gasto público pantagruélico, las restrictivas leyes laborales y el notable poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones.

La Coalición Cívica y los radicales porteños del espacio que lidera el senador nacional Martín Lousteau votaron a favor de la venta de los terrenos, una iniciativa que contradice lo que solía afirmar el propio Lousteau con respecto a la falta de espacio verde en la CABA y el negociado del Pro junto a los desarrolladores. Tiene razón, todos tenemos derecho a cambiar de opinión, en particular si ese cambio nos favorece. En todo caso, todavía queda la segunda votación en la Legislatura para frenar esta toma de tierra vip, según las palabras del legislador del Frente de Todos Leandro Santoro.

El legislador radical Leandro Halperin, un alma de cristal progresista, justificó su voto explicando que la CABA utilizará esos fondos para destinos virtuosos. Como todos sabemos, los destinos virtuosos sólo pueden financiarse con terrenos públicos.

Ocurre algo similar con el Centro Cultural Kirchner, que desde su inauguración nuestra derecha exige rebautizar. La última propuesta al respecto fue un proyecto de ley del PRO, que propuso llamarlo Centro Cultural Quino. Es extraño ya que esa iniciativa incumple otro proyecto de ley del mismo espacio político, que exigía dejar pasar al menos 20 años desde el fallecimiento de la personalidad que se buscaba homenajear antes de bautizar con su nombre una obra pública.

Ocurre que lo relevante no son ni los destinos virtuosos de los fondos conseguidos por la venta de terrenos públicos ni tampoco el homenaje a un artista genial como Quino. De lo que se trata es de consolidar el Estado bobo de un lado y del otro borrar el nombre de Kirchner como antes ese mismo sector político buscó ocultar el de Perón.

Por último, la Argentina apoyó el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, que denuncia violaciones de los derechos humanos en Venezuela. Muchos integrantes de la coalición gobernante lamentaron el voto, argumentando que la mejor solución era la abstención junto a México, mientras otros consideraron que la decisión es coherente con la histórica política argentina de defensa de los derechos humanos y de condena a cualquier intento de intervención exterior. Lo cierto es que la condena de la ONU a Venezuela puede resultar extraña luego de que la OEA haya sido partícipe del golpe contra Evo Morales en Bolivia y su titular, Luis Almagro, uno de los más tenaces felpudos del Departamento de Estado, apoye al gobierno de facto de Jeanine I, Emperatriz del Beni, Terror de los ateos, marquesa de Potosí, Defensora de las Santos Evangelios, Tigresa de los Llanos, Zarina de Cochabamba, Patrona de la Justicia, Hoguera de los agnósticos y Presidenta autoproclamada del Séptimo Día.

En todo caso, asombra que en una monarquía absoluta llevada con mano de hierro por CFK puedan existir discrepancias políticas y debates internos tan intensos. Monarquías absolutas eran las de antes.

 

Imagen: Pepe Nun sufre una nueva alucinación kirchnerista (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)

 

Publicado en El Destape Web