Notas

La miseria planificada

By 8 agosto, 2021

publicada por Nuestras Voces

El 24 de marzo de 1977, al cumplirse un año del golpe de Estado, Rodolfo Walsh escribió y envió a varias redacciones y embajadas la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Al día siguiente fue baleado y secuestrado en la ciudad de Buenos Aires por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Su cuerpo nunca fue encontrado.

El texto, uno de los análisis más lúcidos de la violencia política como instrumento de un modelo económico, describe las calamidades ocurridas durante el primer año de la dictadura cívico-militar: “Lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.”

Luego de denunciar un grado de violencia desconocido hasta ese momento (“tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran”), Walsh pone el acento en la naturaleza instrumental de ese terrorismo de Estado. “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.”

Lo relevante no eran las hordas sanguinarias sino el modelo económico impuesto a través de esas hordas.

Desde el lanzamiento de la campaña de Juntos por el Cambio asistimos a una corrimiento de la mayoría de los candidatos hacia posiciones de derecha extrema, lejos de los globos y la “revolución de la alegría” de la campaña del 2015. Una de las propuestas del momento consiste en evitar que seamos Venezuela, Cuba, Nicaragua, Haití o el fantasma caribeño que más preocupe a los medios en ese momento. Ricardo López Murphy el Breve volvió a aparecer, aunque sin bigote, para afirmar con certeza marcial que “no hay 30.000 desaparecidos, fue un número artificialmente inflado. Se originó para llamar la atención de los europeos, en el proceso del terrible conflicto interno que vivimos. No hay secretos ahí.” Más allá del asombro de calificar como “conflicto interno” al terrorismo de Estado, es extraño considerar que no haya secretos en lo que fue una matanza clandestina de la que faltan no sólo los nombres sino también los cuerpos, como el del propio Walsh.

El 1 de agosto, Patricia Bullrich -la ex Ministra Pum Pum- se filmó en el lugar en el que desapareció Santiago Maldonado hace cuatro años y en el que encontraron su cuerpo luego de 78 días de búsqueda. El tono también certero del mensaje transmitido por las redes sociales de la titular del PRO, denunciando “las mentiras” sobre dicha desaparición, retoma los argumentos que Cambiemos y los medios serios repetían en aquella época. Recordemos que apenas Maldonado desapareció durante un operativo ilegal de Gendarmería en la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia de Cushamen, descubrimos que la Argentina estaba amenazada por una guerrilla separatista mapuche-iraní de la que nada sabíamos hasta entonces. La investigación judicial nunca pudo establecer ni el día exacto de la muerte de Maldonado ni por qué el joven se arrojó a un río helado sin saber nadar.

Por su lado, el economista Martín Tetaz -analista independiente, apolítico y apartidario devenido en candidato de Juntos por el Cambio- propuso derogar la Ley de Contrato de Trabajo, ya que un tercio de los contratos la incumplen, para permitir que menores de 14 años puedan trabajar. Por ahora nada dijo sobre el interés de la mita, el yanaconazgo y la encomienda o los inconvenientes de la Asamblea del Año XIII. Tal vez inspirado por algunos de sus compañeros de lista, comparó a Alberto Fernández con el Führer, aunque luego aclaró que es un término “que designa a los líderes”. Un Führer atípico ya que según algunos colegas del propio candidato nos estaría llevando hacia el comunismo.

Es de esperar que en las próximas semanas la coalición opositora desgrane otros asombros comparables o incluso peores ya que le habla a su núcleo duro, como ocurrió en el último tramo de la campaña del 2019, y nada tiene para ofrecer al resto. El propio Tetaz opina que el “modelo económico de Macri fracasó”, lo que no deja de ser peculiar teniendo en cuenta que forma parte de un espacio político que de volver al poder “haría lo mismo pero más rápido” como ha señalado varias veces Mauricio Macri.

Neuromanes, el candidato nuevo que combina aforismos de sobrecitos de azúcar con la candidatura angelical de Jesús Cariglino, fue un poco más lejos al afirmar que su mayor mérito consiste en no haber participado ni del gobierno de Macri ni del de Vidal. Aunque no sea del todo cierto ya que fue asesor de la ex Gobernadora Coraje, es un argumento contundente: “Vótenme, no tengo nada que ver con el espacio político en el que estoy.”

Los candidatos opositores hablan de la estricta contabilidad de los desaparecidos, de las muertes ocurridas durante operativos de las fuerzas de Seguridad, de las ventajas de perder derechos laborales o se dejan llevar por expresiones de primate en celo, como ocurrió con FerIglesias, experto en globalización, y Waldo Wolff, ya que explicitar el modelo que defienden sería aún peor. Como escribió el Maestro Elbosnio en su cuenta de twitter: “Se ponen máscaras de Frankestein para no asustarnos con su verdadero rostro.

Lo relevante no pasa por los eructos terraplanistas, las amenazas veladas o los aforismos de sobrecitos de azúcar sino por la política económica que apoyan y que volverían a implementar en un eventual gobierno. Como hace 44 años, lo relevante sigue siendo la miseria planificada.