Frente a una crisis sin precedentes, Barack yes we can Obama, la esperanza blanca de la progresía mundial, ha decidido por fin tomar el toro por las astas y hacer pagar a los que se la llevaron en pala.
En un gesto viril que lo enaltece el Franklin Roosevelt hawaiano congeló los sueldos de los empleados públicos, responsables objetivos de tantas calamidades. Algunos lamentarán que no haya implementado una medida más contundente, como la reducción del 13% recomendada por su secretario del Tesoro Joe Louis McChinea, pero debemos entender que no todos los estadistas tienen el coraje de un De la Rúa, ni su atracción hacia los helicópteros.
Con esta medida, dura pero necesaria como diría Patricia Bullrich, Obama ha decidido además seguir los pasos de Zapatero, quien se ha transformado en el jefe de campaña de su opositor Mariano Rajoy, asegurando así su victoria futura.
Obama considera con razón que la tarea realizada hasta el momento, en escasos 2 años, es titánica. Con un poco más de esfuerzo, Bush será un buen recuerdo.
Paul Krugman, un energúmeno ultrakirchnerista, ignorando de mala fe que un presidente no siempre puede ocuparse del bien común, criticó duramente la medida: ¨it was trivial in scale, but misguided in direction¨.
Algo así como una medida irrelevante pero que va en la dirección equivocada. Casi un programa de gobierno para el Grupo A.