Columna publicada en Nueva Ciudad.
Que Donald Trump, quien con un discurso antipolítico promete bajar los impuestos, eliminar regulaciones estatales, terminar con el Obamacare y expulsar a los inmigrantes, sea el pichón de quién aumentó la presión fiscal a niveles escandalosos, generó regulaciones estatales que ahuyentan inversiones, destruyó la cultura del trabajo con la AUH y llenó nuestros hospitales de extranjeros, puede parecer asombroso. Ocurre que nuestros valientes analistas políticos no temen enfrentarse a ninguna dictadura, empezando por la de la lógica.
Eso pasa también con otros periodistas serios como Jorge Lanata, que hace unas semanas denunciaba junto a Maximiliano Montenegro la invasión de colombianos en nuestras facultades y hoy lamenta la expulsión de mexicanos por parte de Trump, a quién, también, ve parecido a CFK. La lógica contorsionista es pandémica.
Al parecer, el kirchnerismo, hasta no hace mucho oriundo del marxismo, chavista, nazi, estalinista, menemista e incluso afín al terrorismo islamista, ahora también sería como Donald Trump. El kirchnerismo es El Aleph.
En estos días también supimos que nuestra Justicia Fabio Zerpa confirmó el procesamiento de CFK por la causa del dólar futuro. Que una decisión de política económica sea judicializada puede parecer insólito, pero que la Cámara Federal tome como referencia el “dólar Blue”, es decir, un delito tipificado como tal por la ley penal cambiaria (ley 19.359) es algo realmente asombroso, aún para los estándares generosos de nuestra justicia federal. En todo caso, no quisiéramos estar en los zapatos de Macri, Cabrera, Sturzenegger o el propio juez Bonadío. Si establecer la operación del dólar futuro constituye un delito, no queremos ni pensar lo que significará haber tomado la decisión de devaluar, fijar el valor del dólar y por último, pagarle a los beneficiarios, incluyendo a miembros del propio gobierno. Dura lex, sed lex.
También supimos que una nueva denuncia complica a CFK: su tatarabuelo podría haber estado involucrado en el escándalo del canal de Panamá, en 1888. El fiscal Marijuan ya habría empezado a excavar el canal, escoltado por nuestro embajador Miguel Del Sel. Para pensar.
Por último, leímos que la asociación de juristas radicales “La Carlos Nino” festejó los primeros 300 días de prisión preventiva de Milagro Sala con una mesa redonda sobre “presunción de inocencia y otros abusos del derecho”. Por su parte, Gerardo I, emperador de Jujuy, mariscal del Altiplano, protector de la Justicia y azote de Dios se habría comprometido a acuñar una moneda conmemorativa con la ya famosa frase “No voy a liberar a esa señora”. Como prueba de buena voluntad y con el auspicio del ministerio de Trabajo de la Nación, Su Alteza ofreció a los miembros de la Tupac Amaru puestos de trabajo en el Ingenio Ledesma bajo la relanzada modalidad del yanaconazgo.
Todo lo que quieran, pero ya no le tenemos miedo al censista.
Brillante y necesario como siempre!
Lo de Novaro…sin palabras es un verdadero nabo y le gusta serlo, quizás llegue a ser presidente
No se me ofendan, pero lo mejor de esta entrada es el link a la columna de Novaro, obra maestra del humor. Lo demás está como siempre: genial; pero Novaro… no se puede competir con eso. Juega en otra liga.
Hasta la categoría de PELOTUDO ATÓMICO le queda chica a Novaro.
Foto: "Hitler y Mussolini en Munich, en 1940"
Vi lo de Novaro, es insuperable. Sin palabras, posta. Es imposible burlarse de él, lo hace mejor que nadie por siempre jamás.
Es raro el caso de Novaro. Un tipo que tiene una formación bastante sólida, y escribe artículos tan pero tan pelotudos. Cada vez me convenzo más de que en general, somos seres emocionales jugando a ser lógicos.
Este texto es una joyita de la ironía. Gracias por alegrarme la noche (creía que los simpatizantes del Kremlin estábamos en extinción – ahora, duermo tranquila sabiendo que la fauna aumentó en dimensión y color). Y para festejar, corro a leer lo último de Novaro porque me quedé sin cigarrillos y su prosa funge como aceptable alucinógeno. Saludos.
Disculpen, me perdí algún capítulo… ¿qué es eso de la justicia Fabio Zerpa?