Columna publicada en Nueva Ciudad.
Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos noticias de la lluvia de inversiones pero tampoco de la Pobreza Cero; es decir, una de cal y otra de arena. Además, como bien explicó el ministro de Hacienda, “la economía está mostrando resultados positivos y los salarios reales empezaron a crecer”. El ministro no se equivoca, a lo sumo es la realidad que le pifia.Esta semana recibimos de parte del ministro Aranguren unos notables consejos para ahorrar energía no usando más de 4 horas por día la computadora, ni más de 10 minutos el microondas y lavando la ropa con agua fría. Eso sí, con encomiable generosidad el funcionario nos otorgó el derecho a mantener la heladera prendida todo el día. Íbamos a ser Venezuela pero al parecer ya somos Cuba.
En estos días, el gobierno sinceró también las cuotas sin interés. Lucas Llach, vicepresidente del Banco Central, explicó que los argentinos compran electrodomésticos en Chile, sin cuotas, es decir que eso no debería frenar el consumo. Es una gran idea: a quién ya no puede comprarse una heladera en cuotas en la Matanza, por ejemplo, le deberíamos aconsejar que se vaya a Santiago y la compre en efectivo. Es más, como hoy puede adquirir los millones de dólares que quiera, le sobraría plata para tomarse unos días de descanso en Cachagua.
Por su parte, Iván Petrella, secretario de Integración Federal y Cooperación Internacional del Ministerio de Cultura, explicó que las cuotas sin interés no sólo no existían sino que también perjudicaban a las personas que menos tienen. Ocurre algo parecido con los despidos: no los hay y además no son tantos. Es la famosa política de Schrödinger.
El titular de la AFI, Gustavo Arribas, causó un cierto asombro al declarar que el dinero girado a una cuenta suya en Suiza por un cambista brasileño condenado de lavado de dinero no era tanto como se dijo y fue el resultado de la venta de un inmueble. Luego se rectificó y explicó que en realidad fue por la venta de varios muebles y, por último, volvió a la primera versión del inmueble vendido. No deberíamos ser tan severos con el funcionario, ¿quién no se confundió alguna vez entre bienes muebles e inmuebles? En realidad, lo más asombroso es que un empresario avezado como el jefe de los espías haya tardado tanto en encontrar en Brasil a un escribano creativo que pudiera documentar su última versión. En Argentina eso se hubiera resuelto mucho más rápido.
En todo caso, debemos agradecer que Arribas no sea kirchnerista: eso nos libera de una indignación de Aguinis, una carta de Leuco, una investigación de Majul, una denuncia de Stolbizer y un eructo de Lanata.
En un notable entrevista, Martín Caparrós se sorprendió por la cantidad de “errores no forzados” del gobierno y explicó que “cuando dejen de cometerlos, veremos qué quieren hacer”. Es decir que derogar la ley de medios, eliminar retenciones y subsidios, abrir las importaciones, pagarle en efectivo a los holdouts o reiniciar el ciclo de endeudamiento no son decisiones que podrían ser analizados políticamente sino una serie de errores inconexos. Maravilloso.
Esta semana, volvieron a ser publicados algunos audios de CFK (en uno de los cuales se la escucharía gritar “¡Quién carajo está usando mi cuenta de Netflix!”, lo que podría acarrearle un procesamiento por “injuria agravada por el vínculo” ya que seguramente hablaba con Máximo), pero también de Daniel Angelici, el directivo de fútbol y operador macrista en la justicia, mientras pide supuestos favores a un miembro del Tribunal de Disciplina. Al parecer, la Santa Trinidad conformada por los medios, la Justicia federal y los servicios, ha decidido mandar señales también al oficialismo. Es la famosa República de las Escuchas en la que los escuchados de hoy son los apretados de mañana. Audios para todos y todas.
Gracias al ineludible Pablo de León, supimos que CFK no sólo condenaba a sus empleados a comer pan duro y dormía sobre un sommier de billetes sino que, además de vivir en medio de un lujo saudita- como denunciaban los medios antes- los Kirchner vivían en una tapera- como denuncian los medios hoy- rodeados de “pastos crecidos por todo el predio y árboles caídos”. Y eso no es todo, según lo que pudo averiguar el notable periodista, “en la cancha de básquetbol, los miembros de la fuerzas de seguridad podían jugar pero debían hacerlo en silencio”. No nos queda claro si para que la pelota picara en silencio colocaban un pedazo de felpa antes de cada rebote o si jugaban sin pelota, como una especie de basquet Marcel Marceau. Pero, en todo caso, estamos otra vez horrorizados.
Ocurre que bajo la férrea censura kirchnerista, los medios apenas podían tratar a CFK de chorra, bipolar o asesina, mientras que hoy pueden alabar a Macri en total libertad. Esa libertad recuperada permite que nos enteremos de las lujosas taperas presidenciales K pero también de “la tierna foto de Antonia con un conejo en la Quinta de Olivos”.
Asombrado por la ternura de los nuevos inquilinos de la residencia, el pobre conejo le habría contado al cronista que CFK le gritaba que era un hámster, lo obligaba a ver 678 atado a la mesa ratona y le pedía a Parrilli que le diera zanahorias podridas mientras ella se quedaba con las frescas. Al final, entre sollozos, confesó lo más doloroso: “Florencia nunca me quiso acariciar”. Otra postal de la larga noche kirchnerista.
Me ahogo de risa cada vez que releo esto. Lo del conejo es tremendo.
Foto: "Les rats de l'Argonne. Carte photographique, 1914-18. Tableau de chasse d'une dératisation. Les rats étaient combattus à l'aide des chiens ratiers spécialement dressés."