Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos lluvia de inversiones pero tampoco Pobreza Cero, es decir, una de cal y otra de arena. Además, como bien lo explicó Mauricio Macri, “no hay otro camino”. Aumentar la pobreza y el desempleo es el paso necesario para luego disminuirlos, así como bajar sueldos y jubilaciones es el único camino para luego poder aumentarlos. Eso lo sabe cualquier economista serio.
Ocurre que antes, durante la larga noche kirchnerista, padecíamos a un gobierno que creía tener la razón, en cambio ahora gozamos de un presidente que sabe que la tiene. Es un cambio notable que nos asegura que este presente calamitoso es garantía del futuro venturoso que nos llegará a todos en la medida que tengamos la paciencia para esperar los kalpas que hagan falta.
Tal vez las penurias que hoy creemos vivir tengan que ver con cambios que todavía nos resistimos a aceptar o que ni siquiera llegamos a percibir. Por ejemplo, en donde vemos a una nena violada, el diario La Nación ve en realidad una “madraza”. El mismo diario afirma que correr la edad jubilatoria a los 80 años no sería una pérdida de derechos sino un “desafío” y para Clarín, que haya gente que se vea obligada a buscar comida en la basura tiene que ver con la “decencia” más que con la pobreza extrema. Debemos aprender un nuevo tipo de léxico.
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