Columna publicada en Nuestra Voces
A fines de octubre, en el programa de Francisco Olivera –periodista especializado en los pies de la vicepresidenta– la Mentalista Elisa Carrió afirmó querer hablarle “al pueblo de la Nación (…) ya que nadie cree en nada”. Con preocupación afirmó que “no estamos en la etapa Chávez de Venezuela, la cual tenía legitimidad, sino en la etapa Maduro” porque “ya no hay precios.”
Un mes y medio más tarde, frente a otro interlocutor –Luis Majul, un verdadero teleprompter de alucinaciones– y frente a otro contexto económico, la diputada celestial dejó de lado a Maduro y los precios faltantes para volver con un clásico que nunca pasa de moda: “A Nisman lo mató parte del gobierno argentino, a sabiendas de Cristina.” También afirmó que “la vacuna rusa no tiene garantías” y es “una gran estafa nacional” con la que el gobierno “pone en peligro a la población.”
Unos días más tarde, en una entrevista asombrosa aún para el generoso estándar al que tiene habituado a su público, la diputada de Ganímedes afirmó que “somos geopolíticamente importantes, por algo se están peleando en el Río de la Plata, China, Rusia e Inglaterra, por eso está la cuestión Malvinas.” Por si quedara alguna duda sobre la gravedad de la situación, la interlocutora habitual de la Virgen Desatanudos advirtió a un preocupado Joaquín Morales Solá que “podemos llegar a perder la Antártida porque este cruce mapuche tiene intereses internacionales detrás.”
El mes pasado, en un sentido tuit escrito durante un programa de televisión, había anunciado: “No voy a ser candidata. Dependo de mi consciencia, no de los votos. Muchos me respetan por mi coherencia.” Este mes, en otro sentido tuit lanzado durante otro programa de televisión, el de Morales Solá, la no candidata se transformó en candidata, como el vino se transforma en sangre de Cristo gracias a la transustanciación: “Voy a ser candidata en 2021 en la provincia de Buenos Aires. Yo estoy dispuesta que salgamos a la libertad (SIC). Para limpiar la provincia no descarto ser candidata a gobernadora en el 2023.”
Contrariamente a la que podría pensar un interlocutor llegado de otro país, la diputada de Ganímedes no padece trastorno alguno ni requiere de ayuda química. Su discurso iluminado tiene como función reemplazar el análisis político por el moralismo selectivo y la cruzada ética.
A diferencia del análisis político, la cruzada ética prescinde de datos y pone el eje en la indignación moral y las intenciones satánicas. La Mentalista expresa lo político en clave moral, reemplazando la dicotomía izquierda-derecha por la de Bien contra el Mal. Es un juego peligroso ya que, a diferencia de lo político, lo moral no admite negociación alguna. No podemos pactar con Belcebú.
Del lado del Mal encontramos a los sindicatos, al peronismo (hoy circunstancialmente kirchnerismo), al narcotráfico como un universo vaporoso de bordes laxos que engloba a sus enemigos políticos, al aumento de la presión fiscal sobre los más ricos, al gasto público elevado, al pueblo mapuche o todo aquel que reclame por sus derechos y a las organizaciones sociales en general. Del lado del Bien está la Embajada de los EEUU, la DEA, las organizaciones patronales, las ONG de nombres luminosos y financiamiento opaco, las fundaciones, el establishment o la beneficencia.
Es reaccionaria en el sentido más estricto de la palabra. Sus alucinaciones siempre se oponen a la ampliación de derechos, desde la Interrupción Legal del Embarazo hasta la legalización del consumo de drogas (“la prohibición de abortar, como la prohibición de drogarse, es una prohibición cultural, de la que no puede salirse, porque si no se convierte en un método anticonceptivo”), pero también a los juicios por los crímenes del terrorismo de Estado. Si no existiera el sufragio universal, la justicia laboral o las vacaciones pagas, podemos imaginar que se opondría a su implementación.
En apariencia lunático, el discurso de la diputada celestial nunca se equivoca de lado.