Columna publicada en Nuestras Voces
En 1689 se publicó Inundación castálida de Sor Juana Inés de la Cruz, la primera gran poeta de América Latina. Varios siglos antes de Alicia Moreau de Justo, de Eva Perón y del movimiento feminista, Sor Juana planteó la necesidad de las mujeres de acceder a los mismos derechos que gozaban los hombres, en particular en materia de educación. Buscaba escapar así a los únicos caminos que la sociedad le ofrecía a alguien de su época, lugar y género: el claustro o el matrimonio. Estando vedada la universidad a las mujeres y sin tener una gran pasión hacia el matrimonio, eligió la primera opción, lo que le permitió estudiar, escribir e incluso recibir en su celda monacal de la Orden de San Jerónimo a otros escritores e intelectuales de su época.
Inundación castálida incluye varios textos, en particular Hombres necios que acusáis, un poema en el que describe con encanto el trato injusto que reciben las mujeres en la sociedad y la mirada hipócrita que padecen. El texto empieza con uno de sus versos más conocidos:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis
En otro pasaje señala la hipocresía de quienes condenan lo que a la vez impulsan:
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Hace unos días, otra Juana Viale recibió en su programa de televisión al ex presidente Mauricio Macri. Dos herederos que tomaron la precaución de nacer ricos discurrieron plácidamente sobre la importancia de la meritocracia y el esfuerzo personal.
Ante una pregunta de la conductora, Macri justificó su derrota electoral en el 2019 por no haber hablado más del país devastado que recibió en 2015. Algo asombroso teniendo que cuenta que “la pesada herencia” fue el argumento central para justificar el incumplimiento de la mayor parte de sus promesas electorales. Pero aún más asombrosa fue su justificación de la evasión: “Nadie invierte en un país en el que para ganar plata hay que evadir impuestos”. También señaló que la Argentina ya no tiene acceso al crédito, lo que en el fondo sería algo virtuoso: “Otra cosa mala, que es buena es que no nos van a dar crédito”. Frente a su anfitriona, repitió un diálogo imaginario con Ángela Merkel: “Y Angela, mirá, mientras yo bajo el déficit necesitaría 20 luquitas más, así vamos de a poquito. Ella diría, Mauricio está bien nosotros los queremos mucho pero esta vez hagamos al revés: Ustedes hacen todos los deberes, y nosotros en vez de 20 vamos a poner 200 mil millones de dólares en inversiones, porque amamos su país”.
Por supuesto, no aclaró que fue su política de endeudamiento acelerado la que dejó al país sin acceso al crédito. Por su lado, Juana Viale tampoco creyó conveniente señalarlo.
La entrevista fue un gran resumen de las letanías que nuestro establishment transformó en sentido común a través de los medios serios, donde sus ideas están sobrerrepresentadas: La evasión virtuosa (el empresario debe elegir entre evadir o echar a sus empleados), el “gobernar es manguear” (la política económica como mesa de dinero global, con unos pocos ganadores y muchos perdedores), los presentes calamitosos como paso necesario hacia futuros venturosos, el déficit como un mal absoluto y no como una herramienta contracíclica que usa el Estado para inyectar recursos en medio de una crisis como la actual o los “deberes que debemos hacer”, esos que siempre consisten en ajustar sueldos y jubilaciones, penalizando a las clases medias y bajas, en lugar de aumentar la presión fiscal sobre los más ricos, como hacen los “países serios” que ese mismo establishment suele poner como ejemplo.
A la vez que justifica la evasión e incentiva la fuga, promueve el endeudamiento insostenible, elimina los impuestos a los más ricos y exige reducir el gasto público y los ingresos de las mayorías como contraparte a inversiones que nunca llegan, nuestro establishment lamenta las crisis recurrentes que genera con esas mismas decisiones.
Como escribió Sor Juana Inés de la Cruz, sois la ocasión de lo mismo que culpáis.