En una recomendable entrevista con Tomás Rebord, el presidente Alberto Fernández explicó que “la política es el arte de administrar la realidad”. En realidad, debería ser el arte de mejorarla, más allá de que definir esa realidad sea un debate en sí mismo. De hecho, como ciudadanos premiamos con nuestro voto y recordamos en el tiempo a los gobernantes que rechazaron ser simples administradores: las vacaciones pagas, el aguinaldo, el sufragio femenino, el fin de la estafa legal de las AFJP, la AUH, la expropiación de YPF que nos legó el control de Vaca Muerta, el pago al FMI para terminar con su condicionamiento o las moratorias previsionales que permitieron que millones de jubilados percibieran un haber mínimo no fueron decisiones para “administrar” la realidad sino que buscaron con éxito modificarla.
La llegada de Viviana Canosa a las jaulas de La Nación + generó una muy comprensible preocupación en la ineludible Laura Di Marco. Sin embargo, Di Marco no debería temer por su futuro profesional: su odio reaccionario es comparable al de la recién llegada, como pudimos apreciar esta semana en la que denigró tanto a la vicepresidenta como a su hija, con un diagnóstico delirante, digno del teledoctor Castro. La cloaca está en orden.
En una conmovedora entrevista en esas mismas jaulas de La Nación +, la ex Gobernadora Coraje- orgullosamente bonaerense devenida en velozmente porteña- afirmó que tuvo que vivir en una base militar para proteger su seguridad porque enfrentó a las mafias. Lo extraño es que esas mafias no la molestaron más desde que terminó su mandato y se mudó a un coqueto piso en Recoleta. Se ve que no son rencorosas.
El asesinato de un colectivero durante un robo en La Matanza y la agresión al ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires Sergio Berni durante la manifestación de repudio al crimen, generó un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) entre nuestros medios serios y los opositores de Juntos por el Cambio, dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar. Así como los crímenes similares ocurridos durante el gobierno de Cambiemos eran responsabilidad de la sociedad toda, el crimen de La Matanza demostró la incompetencia del gobierno de Axel Kicillof y del kirchnerismo en general, que se reflejaría en un aumento de casos de inseguridad. En realidad, como señala Horacio Verbitsky: “Entre diciembre de 2019 y de 2022, los homicidios dolosos se redujeron en la provincia de 903 a 731. Es el número absoluto y la tasa por cada 100.000 habitantes más baja del siglo.”
Por otro lado, como señala Maximiliano Rusconi, es asombroso que el reclamo mediático por los casos de inseguridad sólo se limite a la policía y al poder ejecutivo (nacional o provincial) y no incluya a los procuradores y fiscales que, justamente, son quienes tienen la responsabilidad de investigar y combatir el delito. No deberíamos ser mal pensados, tal vez ese reclamo se lleve a cabo en persona durante los viajes que Clarín organiza a Lago Escondido.
Las operaciones contra el gobernador oriundo del marxismo Axel Kicillof no se limitan a la inseguridad. Hace unos días, el fallo de la jueza Loretta Preska- sucesora del extravagante Thomas Griesa- contra Argentina por la expropiación del 51% de las acciones de YPF, generó otro Nado Sincronizado Independiente (NSI) que cuestionó dicha expropiación, llevada a cabo mientras Kicillof era ministro de Economía. En realidad, como escribió Verbitsky en la nota citada: “la empresa, bajo control estatal, mejoró en todos los indicadores que se pueden analizar: aumentó la producción de petróleo y gas, crecieron las reservas hidrocarburíferas por mayor actividad exploratoria, incrementó las inversiones, mejoró la eficiencia operativa en Vaca Muerta a un nivel de clase mundial y se generó más trabajo por la mayor cantidad de equipos operando.”
A la vez que aplauden contar con Vaca Muerta, desde Juntos por el Cambio denuncian la expropiación que permitió el control del yacimiento. Jugadores de toda la cancha.
Debemos reconocer que esta semana fue prolífica en Nados Sincronizados Independientes (NSI). El etiquetado frontal de alimentos generó otra notable indignación coral. Periodistas serios, independientes y apolíticos como Claudio Savoia, Javier Lanari, Lucas Morando o Martín Liberman denunciaron al unísono esa información adicional en el envoltorio de una conocida marca de alfajores, invocando así el derecho inalienable a la ignorancia. La indispensable Laura Alonso se sumó a la batalla, lo que no deja de ser una noticia alentadora: al parecer ya no la financia solamente Paul Singer.
Nuestra derecha se opone a que los consumidores cuentes con más información a la hora de elegir un producto. Tenemos a los liberales más locos del mundo.
Imagen: Dos agentes de La Cámpora imponen el etiquetado frontal de alfajores para dominar el mundo (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)
Campaña “un alfajor para Laurita”.
Junto firmas para change.org