Unas horas antes de que se reuniera el Consejo Nacional del PJ, Alberto Fernández anunció que desistía de presentarse a la reelección, lo que no deja de ser una coincidencia extraordinaria teniendo en cuenta que es la decisión que el Consejo le iba a pedir. “Mi decisión” fue, justamente, el título del video en el que explicó que “el contexto económico me obliga a dedicar todos mis esfuerzos a atender los difíciles momentos que atraviesa la Argentina”, lo que sería incompatible con las exigencias de una campaña electoral. La portavoz presidencial Gabriela Cerruti explicó por su lado que el presidente “tenía chances concretas de ganar”, aunque no especificó qué.
La decisión presidencial despeja algunas incertidumbres electorales dentro del oficialismo aunque aún persiste la mayor: la eventual candidatura de su compañera de fórmula del 2019. Mario Secco, intendente de Ensenada, confirmó durante el plenario de la militancia en la Ciudad de Buenos Aires que CFK participará de un acto en el Teatro Argentino de La Plata el próximo jueves 27 de abril, fecha que corresponde a las elecciones del 2003 que ganó Néstor Kirchner. El Teatro Argentino fue también el escenario del lanzamiento de la candidatura presidencial en 2007 de la actual vicepresidenta. La militancia espera que los anuncios del jueves confirmen sus deseos.
En el mismo plenario, Máximo Kirchner afirmó que “el acuerdo con el FMI era incumplible y hoy padecemos las consecuencias.” Un viejo chiste de pasillos diplomáticos sostiene que Estados Unidos es el país más estable de la región ya que carece de embajada de Estados Unidos. Lo mismo podríamos afirmar sobre el desarrollo y el Fondo Monetario Internacional: los países desarrollados son aquellos que no siguen las recetas de ese organismo que controlan. El Fondo no es un banco que busca recuperar sus préstamos ni tampoco el organismo cuya función sería atenuar las crisis financieras que acechan a sus socios, según lo establecido en la Conferencia de Bretton Woods en 1944.
Al contrario, suele combatir incendios con tachos de kerosén. Como escribió el economista español Juan Torres López: “Las consecuencias negativas de las políticas de austeridad que propone e impone el FMI son, pues, bien conocidas, pero este organismo, como los políticos y economistas que las defienden, son literalmente inmunes a los argumentos en contra y a la evidencia empírica.”
No son las eternas recetas del FMI las que fallan, es la realidad que se equivoca.
“Si soy electo presidente, voy a tomar medidas duras en lo inmediato” prometió Gerardo I, visir de la Puna, maharajá del Potosí, marqués de Ledesma, mariscal del Altiplano, León de Tilcara, zar de los Siete Colores, Protector de la Justicia, Martillo de Herejes, Orgullo Radical y Azote de Dios, en el Foro Llao Llao, el selecto ámbito en el que los políticos opositores desfilan rivalizando en promesas calamitosas hacia las mayorías esperando así seducir a las minorías más ricas de nuestros país, sus anfitriones en los salones aterciopelados con vistas al Nahuel Huapi.
Patricia Bullrich, la ex Ministra Pum Pum, afirmó en los mismos salones que “buscará demoler el régimen económico de los últimos 20 años”.
Javier Milei eligió repasar las históricas aplicaciones de los programas de shock en el país, los cuales considera que fueron beneficiosos cada vez que se implementaron. Beneficiosos para quién es la pregunta clave que por supuesto nadie le hizo a este reaccionario autopercibido liberal.
Ninguno de los candidatos habló de inversión, desarrollo, ciencia y tecnología o políticas de cooperación con China- nuestro segundo socio comercial- con quien Brasil- nuestro primer socio comercial- está llevando a cabo acuerdos comerciales notables. Tampoco hablaron de la crisis asimétrica que asola al país y que condena a la pobreza a una fracción creciente de los ciudadanos, incluso algunos que poseen un recibo de sueldo, mientras concentra la riqueza en lo alto de la pirámide social.
No deja de asombrar que luego de años de penurias para las mayorías, lo que busquen escuchar los principales empresarios del país sea cómo el Estado logrará controlar la protesta social cuando esas penurias aumenten, como resultado de las políticas que esos mismos empresarios aplauden con ahínco.
Ocurre que la Argentina es un país peculiar en el que los ricos son tan pobres que no pueden pagar más impuestos pero los pobres son lo suficientemente ricos como para poder perder siempre algo más.
Imagen: Desfile de candidatos opositores en el Llao Llao (cortesía Fundación LED para el Desarrollo de la Fundación LED)