Molestias Virtuosas

Como Montesquieu estuvo a punto de escribir en su magistral Obra el espiritu de las leyes: “Gobernar, es molestar“.
He aqui uno de los tantos binomios indivisibles de la realidad. Esos atomos que solo se encuentran entrelazados en moleculas, donde el uno no se presenta en la naturaleza sin el otro.
Quien aspira a gobernar sin molestar, suele dejar de gobernar y permitir que otro moleste en su lugar.

Que sentido tiene que una ley nos obligue a hacer aquello que de todos modos haríamos en estado de absoluta libertad? O prohibir aquello que nunca hariamos en ese mismo estado? A menos que uno sea el rey de El Principito quien, sin ningun
poder, no buscaba gobernar sino ser obedecido, el principio basico de gobernar es inducir estados diferentes a los que se alcanzaría en absoluta y general libertad. Y eso no se logra sin molestar a algunos.
A quienes molestar y en beneficio de quienes es una de las decisiones de la política.

Por suerte desde los inicios del universo, quizás algo antes, los seres humanos nos hemos acostumbrado a tolerar molestias hasta ayer insoportables por el simple hecho de considerarlas virtuosas. Molestias que nos generan un efecto resultante positivo o, al menos, de las que esperamos un efecto resultante positivo. (La tolerancia por el temor podria incluirse en esta categoria, siendo el efecto resultante positivo el seguir con vida o no ser golpeado).

En los aeropuertos, las personas economicamente mas afortunadas del planeta, toleran ser toqueteadas, irradiadas por rayos cancerigenos, revisadas, expuesta su ropa interior a la vista del resto de los pasajeros, ser maltratadas, investigadas, y muchas adas mas, sin protestar, como calmo rebaño. Todo por una noble causa como es bajar el numero de atentados o creer que esta acción reducirá el numero de atentados. En otras palabras, aceptan ser molestados a cambio de gozar de la tranquilidad que brinda el estar haciendo algo, aún inutil. 

Nadie exige ni espera que los atentados desaparezcan con estas medidas, medidas que existian en gran parte antes que ocurrieran los atentados contra las torres de NY. Posiblemente tampoco han disminuido, pero nadie duda en seguir con las molestias. Un nuevo atentado no demostraría el error de la política seguida sino su insuficiencia. Nadie se animaría a bregar por menos molestias, nadie se animaría a investigar la utilidad de estas medidas, a averiguar si mejoran o no la estadística, si son útiles o si tienen efectos colaterales negativos. Nadie lo haría porque no quisieramos averiguarlo. No quisieramos que la razon se entrometa en la defensa de algo tan valioso como es nuestra seguridad.

Alguien se animaría a sostener que no hubo nuevos atentados de Al Qaeda solo por el viento de cola? O por la falta de viento de cola de Al Qaeda y que nada tuvieron que ver las colas de horas y horas de millones de pasajeros, que le produciran ulceras, ante scanners que le produciran cancer. Alguien se animaría a sostener que en un pais serio se debería dejar a los pasajeros la libertad de deambular por el mundo sin ser maltratados?

Por el lado puramente economico, los turistas del mundo toleran que las monedas suban y bajen alegremente en una danza que hace pelota todas las expectativas de un viaje planeado durante años, encareciendo todo de un saque o presentando un nuevo destino sorpresivamente mas economico que de haberlo sabido habriamos escogido. Y todo por la voluntad humana y totalitaria de un banco central de un país extranjero, probablemente Chavista.
Porqué nadie reclama volver a los tratados de Breton Woods y el patron oro, verdaderos tratados serios de paises en serio que permitían el turismo serio? El turismo de largo plazo.
 
Los turistas del mundo toleran que un gobierno extranjero suba, sin aviso, el IVA en su pais, para disponer de kaja en pos de sostener a sus ñoquis, sus planes y sus guerras. Penalizan el consumo de los turistas que van allí a crear valor, a consumir, a fomentar su economia. Atacan con un IVA imprevisto a los turistas. La necedad de los estados es tolerada por la clase turista.

Dentro de ese grupo de turistas mundiales, extremadamente tolerantes, los argentinos han decidido finalmente decir BASTA!
Justo les ha tocado, por el azar de los turnos, estallar ante una medida de su propio gobierno, por decision de su propio banco central, y para beneficio de sus propios ñoquis y sus propios planes. Pero no consideremos que eso haya sido el desencandenante, imaginamos que habrian reaccionado igual contra cualquier acto de “molestia” sin importar de quien. Habrian caceroleado de haber estado en Hyde Park, pero el azar los encontró en Palermo.

Los turistas argentinos han estallado contra las molestias de no poder comprar dolares a 4,5$ como se los vende el BCRA a los importadores de productos necesarios para mantener la economia y el empleo; estallan contra la injusticia de cobrarles un adelanto de impuestos del 15% a quien utilice su tarjeta de credito y acceda asi a comprar dolares a 4,5$; estallan contra las trabas que tienen para comprar dolares al precio que ellos juzgan “atrasado” pero que exigen para sus pesos.

Solo esperamos ver la reaccion de esta horda de indignados cuando lleguen al aeropuerto de Miami y la seguridad intente someterlos a sus habituales vejamenes, cuando lleguen a Londres y vean el peso del pound, cuando lleguen a San Pablo y vean como el precio del Real les ha encarecido abusivamente todos los productos y servicios. No quisiera estar en los zapatos del mundo cuando estos nuevos libertarios lleguen a él.

A menos que lo que los fastidie no sean las molestias insorportables en sí, sino sus razones. Que lo que les moleste sea que mantener el empleo en Argentina no parece un objetivo suficientemente virtuoso, como lo es nuestra seguridad u obedecer los intereses de un país extranjero para poder gozar de sus museos y sus shoppings.

Hay cosas que podemos aceptar por sentirnos mas tranquilos al viajar o para poder caminar por Central Park, pero no tolerariamos ni una decima de ellas por evitar un mayor desempleo entre nuestros compatriotas. 
“La virtud del pleno empleo, aunque valiosa por supuesto, no se compara con la virtud de ver a La Gioconda o pasear por Miami Beach. Es un tema de cultura. Viste?”

(*) En la foto vemos a la Tia Ines del Gral Susvin siendo revisada por agentes de La Metropolitana en el aeropuerto de Jujuy, del lado direccion Plaza de los Virreyes, en busca de un peligroso volumen de El Eternauta. Consultada por la MAK nos dijo que aunque cansada, se sintió feliz por ver que la policia velaba por su seguridad.