El pitbull en el jardín de infantes

A nuestros gobernantes les pedimos que ejerzan el monopolio de la fuerza para garantizar la seguridad pública, sin titubeos. Su dilema es que disponen de un pitbull asesino para controlar los desbordes de una salita de 4.

Y así como solemos exigirles políticas de Estado de largo plazo pero los premiamos o castigamos en función de sus resultados medidos cada dos años, también queremos que el monopolio de la fuerza sea ejercido sin desbordes (más allá de los pedidos de muerte contra los vendedores de chipá que semanalmente condimentan los llamados a las radios) de manera eficaz y rápida, con mínimos costos para el erario público y sin generar inquietantes titulares en los diarios. Algo difícil de lograr con un pitbull descontrolado saltando a la yugular de cualquier cosa que se mueva, como un nene inquieto que le sacó el push pop a su compañerito de clase.

Kirchner lo supo incluso antes de ser presidente (Duhalde no fue el único en entender el límite que significó la muerte de Kosteki y Santillán) y buscó ponerle freno, en una estrategia diferente a la de Sobisch, entonces hijo dilecto del establishment y hoy un olvidado más. Aníbal fue el gran implementador de esa estrategia de control de daños y estableció el porte obligatorio del bozal y el canil para los mas violentos, pero tanto uno como otro decidieron no ir más allá. La autonomia y autocontrol de la Federal como garantía de seguridad siguió siendo una política de Estado, de esas que los amigos de Terragno, Duhalde y Moncloa exigen como condición necesaria para transformarnos en Suecia.

Durante cuarenta años fueron la policía del poder, la guardia pretoriana, señala el gran Marcelo Saín.

Como en tantos otros temas, Cristina, la Isabelita del Moyano-Lopez Rega, la títere de Kirchner, ha decidido avanzar ahí donde su marido no quiso o no pudo hacerlo (con la ayuda de quienes desde el Indoamericano pusieron el tema en la agenda y siguiendo el paradigma Marmikok).

Garré tiene por delante una de las tareas más difíciles de su carrera ya que poner en caja a las FFAA no es comparable con normalizar a la Federal. Como señala Saín: ¨ (…) el setenta por ciento de los generales, de los brigadieres, son cuadros de gestión. Hay ahí una burocracia experta y bien formada. Por el contrario, en un comisario tenés un potencial delincuente. ¨

No es la opinión de estadistas como el hijo político de Franco que luego de las muertes en manos de uniformados pidió más represión y más discrecionalidad o como la Mentalista de Gorlero que sostuvo que desarmar a la policía como exige el nuevo protocolo de Garré es “un despropósito” porque parte de “una visión ideológica” del asunto. “Están diciendo que vamos a tener una policía desarmada y los que quieren violar la ley van a decir ‘vamos a avanzar sobre los policías’ y los policías se van a retirar”, y el protocolo “va a generar indefensión en la policía y también en la gente”.
Basándose en el viejo refrán que dice que “no hay mejor defensa que un buen ataque”, para defender a la gente Carrió sugiere atacarla.

Es bueno que mientras la oposición pide la siempre inútil mano dura o defiende nimiedades que nadie ataca, alguien decida seguir haciendo política.