Operaciones eran las de antes

Hubo una época dorada en la que el Departamento de Estado ponía y sacaba presidentes, en la que la embajada de los EEUU era el centro neurálgico de la política argentina desde donde se dirigían operaciones junto a empresarios locales y dueños de diarios que condicionaban políticas y limaban presidentes.

Pero así como James Bond no pudo sobrevivir al fin de la guerra fría (¿qué peso puede tener un traficante de armas francés o un narcotraficante colombiano frente a la magnificencia del archienemigo soviético?), las sofisticadas operaciones de nuestra infancia no parecen poder sobrevivir a nuestra mediocre adultez.

Una ONG obtiene miles de cables más o menos secretos del Departamento de Estado y en acuerdo con varios diarios prestigiosos del mundo mundial, los publica. El vocero de Obama dice que su jefe está todo menos contento, Hillary explica que peligra la seguridad del universo y los diarios prestigiosos del mundo mundial, previo acuerdo del propio Departamento de Estado, nos informan que según los burócratas sobrepagados de las embajadas norteamericanas Berlusconi es un fiestero, Sarkosy no tiene problemas de autoestima, Angela Merkel parece hecha de teflon, Khadafi se hizo una cirugía plástica, Putin o Medvédev, ya no sé, es un macho Alfa y Cristina sufre de stress y le gusta el poder.

Clarín, imposibilitado de dejar pasar una, publica un hecho trascendente mencionado en uno de los tantos cables: “la falta de atención a las largas ceremonias protocolares o las horarios inflexibles, que no permitirían a Kirchner tener un acceso rápido a los baños”.

Como los malos sin glamour de los últimos 007 que no generan ni temor ni empatía, Clarín no consigue lo que hasta ayer lograba con talento: armar una agenda a partir de la nada. Hoy se le notan los hilos y hasta Pinedo siente vergüenza ajena.

Como el Chimbote y las series de televisión, como el arroz con leche y los viajes en avión, Operaciones eran las de antes.