publicada en Nuestras Voces
El domingo 4 de julio, el Día de la Independencia de los Estados Unidos, los 155 convencionales reunidos en Santiago de Chile eligieron como presidenta de la Convención Constituyente a Elisa Loncón, una académica y activista mapuche. La tarea de la Convención será nada menos que terminar con el mayor legado del dictador Augusto Pinochet: la Constitución de 1980, que estableció un modelo de “democracia protegida”. “La existencia de senadores designados y vitalicios, la facultad el Presidente de la República para disolver por una vez la Cámara de Diputados, la creación del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), la inamovilidad de los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y su carácter de garantes de la institucionalidad, la concepción de Estado subsidiario, la inconstitucionalidad de las organizaciones, movimientos, partidos políticos, destinados a propagar doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases¨, particularmente, el comunismo y las doctrinas marxistas, eran algunas de sus disposiciones, las que han sido modificadas o derogadas”.
En el ex Congreso Nacional, lugar clausurado tras el golpe de Pinochet, Loncón saludó en mapudungún (idioma mapuche) y declaró: “Un saludo grande al pueblo de Chile desde el norte hasta la Patagonia, desde el lafken, el mar, hasta la cordillera (…) Este saludo y agradecimiento es también para la diversidad sexual, este saludo es también para las mujeres que caminaron contra todo sistema de dominación, agradecer que esta vez estamos instalando aquí una manera de ser plural, una manera de ser democráticos, una manera de ser participativos. Tenemos que ampliar esta democracia (…) Este sueño es un sueño de nuestros antepasados. Este sueño se hace realidad. Es posible refundar este Chile. Establecer una nueva relación”.
Muy lejos quedaron las declaraciones desquiciadas del presidente Sebastián Piñera, quien, rodeado de militares, declaró a pocos días de iniciado el estallido social de octubre del 2019: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada y a nadie”. No hubo guerra, sólo el derrumbe de un modelo injusto que parecía eterno y que nuestro establishment tomó como ejemplo durante décadas.
Mientras Elisa Loncón hablaba de ampliar la democracia y aceptar la diversidad, de este lado de la Cordillera, Patricia Bullrich declinaba su candidatura a diputada por la Ciudad de Buenos Aires.
Recordemos que la ex ministra Pum Pum fue una de las inventoras de la guerrilla imaginaria mapuche-iraní. En efecto, apenas Santiago Maldonado desapareció durante un operativo ilegal de Gendarmería en la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia de Cushamen, el 1 de agosto de 2017, descubrimos que la Argentina estaba amenazada por una guerrilla separatista mapuche-iraní de la que nada sabíamos hasta entonces. A partir de ese momento, el gobierno y nuestros medios serios, siguiendo la modalidad conocida como Nado Sincronizado Independiente (NSI) que permite llegar a las mismas conclusiones pero de forma independiente, llevaron adelante un trabajo a destajo. Cada nueva versión del ministerio de Seguridad era reproducida en los medios como parte de la “profunda investigación” que luego premiaría FOPEA.
Apenas apareció el cuerpo de Maldonado, allí donde sus compañeros habían denunciado su desaparición, la temible guerrilla separatista que había puesto en peligro la integridad territorial de nuestro país -con arsenales pletóricos de serruchos oxidados, martillos y rollos de alambre – desapareció de las tapas de los diarios y los programas periodísticos.
En El poema de los dones, publicado en El Hacedor, Jorge Luis Borges escribió:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
No deberíamos descartar que, con similar ironía, Dios nos haya regalado el mismo Día de la Independencia del país que financió el golpe de Pinochet, el inicio del fin de su legado, la elección de una mujer mapuche y la caída en desgracia de la ex ministra Pum Pum.