El juez federal Cardozo imputó a Milagro Sala por daño agravado y amenazas contra el senador Morales y ordenó un embargo de 70.000 pesos.
Su señoría fundamentó su acusación en testimonios de parientes y amigos de Morales, en testigos que aclararon su animosidad hacia Sala y en el descubrimiento de que una de los piqueteras que agredieron al senador con huevos, descalificaciones y cuchufletas, tenía un celular en la mano. Ese hecho relevante y la evidencia de que un escrache de esa magnitud no podría ser organizado por una sola persona, probaría que la violenta agresora no actuó de motu propio sino que fue teledirigida por la acusada, que sospechosamente ese día estaba a más de 100 km de distancia (en ese sentido el juez habría descartado la posibilidad de que Milagro, como la Vírgen del Río Blanco, tuviera el don de la ubicuidad).
La doctrina Cardozo es muy buena y debería perfeccionarse, saliendo de su ámbito estrictamente provinciano. Podríamos, por ejemplo, acusar a Milagro Sala de ser el cerebro del asesinato de John F. Kennedy en Dallas. El hecho, altamente sospechoso, de que Milagro haya decidido nacer unos meses después del crimen tendería a probar su culpabilidad. Además, es evidente que Lee Harvey Oswald no pudo organizar el atentado sin ayuda.
El diputado Gil Lapiedra, inagotable defensor de la justicia, estaría analizando la posibilidad de ampliar la acusación incluyendo el terrible magnicidio.